Como decíamos en la comunicación anterior la semilla que germina empieza desarrollando su raíz, pero el tallo la sigue a las pocas horas, un tallo que en los árboles deviene tronco. El tallo parece comportarse de forma antagónica a la raíz, mientras ella busca la oscuridad, el tallo persigue la luz, ascendiendo para copar el espacio necesario para alimentarse de la vibración luminosa. El tallo se eleva para permitir el acceso de las hojas al Sol.
El tallo tiene unos receptores en su extremo que leen la luz y orientan el crecimiento en su dirección. Se llama a este efecto fototropismo positivo, y a su vez tiene geotropismo negativo (huye de la gravedad), al contrario, polarmente, que la raíz.
El tallo, en la mayoría de las especies, se sitúa en el centro del ser vegetal y por su interior fluyen los líquidos. El agua con los minerales asciende hacia las hojas, que con la fotosíntesis obtienen azúcares, que descenderán para alimentar a todas las células de la planta, también claro está, a las de las raíces. Por lo tanto, podemos visualizar un gran flujo de líquidos que se mueve en ambas direcciones por el interior del tallo.
En los troncos el fluir de los líquidos se da solamente muy cerca de la corteza protectora, justo por debajo de ella. El resto, en su interior, es la madera, formada por células ya muertas y lignificadas (endurecidas). Es en el tronco que leemos los anillos de crecimiento, que como en un mapa de vida nos cuenta que tal estuvieron los años en los que medró ese gigante vegetal. Cada anillo un año. Si sufrió sequía, poca amplitud, si fue de abundancia, mayor extensión. Alguna herida por incendios, la cicatriz quedó, aunque el incendio fuera pequeño al igual que el daño y fuera muy antiguo. Como una marca indeleble nos cuenta de su sufrimiento pasado.
Viendo estas generalidades de los tallos y troncos, nos queda una interpretación de las mismas, siguiendo la analogía con la que ya vestimos las raíces.
Si la búsqueda de la oscuridad en las raíces se asociaba a lo inconsciente, la búsqueda de luz de los tallos tendrá relación con lo consciente. Además, estamos hablando de la parte más central del ser, desde donde todo lo demás crece: hojas, flores y frutos.
Esta centralidad nos conduce a pensar que el tallo podría asociarse al centro del ser humano, a su forma de ser, a su personalidad y al igual que el agua se mueve por dentro del tallo, las emociones se mueven por el centro de la personalidad y son la causa de los cambios en la misma. El tallo corresponde al Como Somos.
A su vez, la corteza que protege a la planta es equivalente a la máscara que todos tejemos en nuestra vida para enfrentar las situaciones que nos cuestan o son nuevas. Una corteza gruesa manifiesta mucha necesidad de protegerse, o escasa confianza en la propia fortaleza (sería el caso de Larch); cortezas delgadas como las de Holly y Beech, nos cuentan que las personalidades equivalentes se enojan fácilmente cuando algo se les acerca o les molesta. Hasta Aspen, con su corteza llena de agujeros nos habla de su porosidad etérica.
Troncos rectos, rectitud en la forma de ser, puede que hasta de una forma exagerada (sería el caso de Pine y Larch). Troncos que tienen las ramas creciendo en un solo plano (ramificación dística se llama a esta forma de crecer), como en el caso de Elm, indicaría que se ve el mundo también de una única manera y las hojas (que veremos en la próxima entrega) nos indicarían que la manera de ver el mundo es casi exclusivamente desde un polo masculino o yang (acción, aspectos racionales, poca emoción y escasa intuición).
También las plantas nos enseñan que al igual que ellas buscan la luz con afán, nosotros vamos en la búsqueda de una mayor conciencia de ser. Recordemos que desde la antigüedad el agua se asocia a las emociones, el aire a los pensamientos y la luz a la consciencia. Usamos estos conocimientos ancestrales para traducir la naturaleza.
Es la suma de todas las partes del ser vegetal que nos dan las pistas que asociamos a las personalidades. Al igual que una persona no se puede conocer con solo uno de sus aspectos, para entender el vegetal y extrapolarlo a lo humano necesitamos conocer el máximo de aspectos posibles del árbol o la planta.
Decíamos que la madera, con sus anillos, nos mostraba la vida del árbol, lo que ha sucedido en su año a año. Esa es la parte que correspondería al pasado en la vida actual del ser humano que asociamos al árbol. No confundir con el pasado que nos contaba la raíz, que tiene más de un pasado remoto, ancestral, intrauterino o hasta kármico, podríamos decir y habitualmente inconsciente.
Nos vemos en las hojas
Un abrazo
Interesante todo lo que publican.
Me interesa mucho. Llevo 8 años estudiando el sistema floral, haciendo tinturas madres e inmersa en este maravilloso mundo de la naturaleza.
Muy interesante!!! Un privilegio acceder a esta información. Muchas gracias.
Meravellós. Mil gràcies.
Jordi ,estoy muy agradecida tu forma de trasmitir estas enseñanzas ,gracias..