¿Sabes que la mayoría de las especies de pinos que podemos ver en cualquier rincón de la tierra tienen su origen hace unos 65 millones de años?
¿Sabes que las esencias de las flores de la mayoría de los pinos trabajan aspectos relacionados con la culpa?
¿Sabes que la culpa es un sentimiento exclusivamente humano?
Conclusión: Toda enfermedad, su cura. Toda emoción no comprendida, su respuesta. Todo pensamiento de oscuridad, su luz. Nuestra Madre Tierra tiene en su ser la totalidad de seres que forman una unidad en equilibrio dinámico. Cada desequilibrio tiene su respuesta para volver al equilibrio.
El ego humano, siempre en lucha por sobrevivir, genera en la Madre Tierra tal respuesta de Amor que todos los Seres que la pueblan sienten el anhelo de servir para ayudar a nuestra evolución como seres sintientes, conscientes y evolutivos. Es el Amor de un Ser tan grande que escapa a nuestro razonamiento. Es el Amor por sí misma. Nosotros, también somos ella.
Madre Tierra sabe que la mayor parte de la humanidad es una sociedad adolescente que se revuelta en contra de su origen. Pero Ella sabe también que esta es solo una etapa y que los humanos maduraremos. Ella y el resto de sus hijos, nuestros hermanos, esperan ansiosos la maduración humana que nos devuelva a la conciencia de Unidad con el Todo.
Si los humanos sentimos culpabilidad, los pinos nos enseñan a perdonarnos. Si los humanos sentimos debilidad, las rocas nos muestran lo que es la fortaleza. Si los humanos escondemos muchos de nuestros aspectos en el oscuro inconsciente, los hongos, con sus cuerpos frutíferos, las famosas setas u hongos lo llevan a la luz.
Escucho un pájaro trinando cerca de mí. Su vibración sonora armoniza mi corazón. ¿Acaso el sonido no es curativo? Al igual que el aleteo de una mariposa que se posa en mi hombro y me permite contemplar la belleza que alimenta mis ojos y eleva mi alma. Tan sutil contacto con sus delgadas patitas moviliza todo lo delicado de mi ser. Y tomo asiento, arrobado de tanta belleza, y la roca me sostiene y les dice a las células de mis huesos como son de fuertes, cuan importantes son y juntas vibran lentas para que lo sólido siga siendo sólido.
Y el agua siga siendo agua, dice el arroyo cristalino que mueve la energía de mis riñones. Cada ser expresa su amor siendo sí mismo.
Cuando te detienes a ver, a escuchar, a sentir, todo cobra sentido. Todo sana. El viento te mece, como lo hacen las olas. La lluvia te libera de las ataduras de la sequía del corazón.
Pero no te detengas ahí. Hay más, mucho más. Detrás de cada ser hay un mundo poblado de seres sintientes que no vemos con los ojos del cuerpo pero que el corazón percibe con claridad. Ellos, en una vibración rápida que los alejan de nuestros sentidos, están siempre cerca anhelando la reunión con los hermanos humanos.
En su vivir, vivifican su entorno. En su vivir llenan de sentido los recovecos de la materia. Y al igual que el resto están para servir, para servir a la Gran Madre de Todos, alentando el crecimiento de sus hermanos menores.
No, no son fábulas, aunque estas quedaron de un tiempo pretérito en que humanos y naturaleza eran uno.
Yo ya no quiero ser más un adolescente. Quiero volver a la Madre entera y adorar al Padre Sol que nos calienta y alimenta. Quiero vivir desde el corazón y ver con sus ojos y escuchar con sus oídos.
Silencio. El Silencio en la naturaleza es la clave. Cuando la mente deja de analizar y el diálogo interior cesa, el Corazón se abre. Si, es entonces que sanamos. Es entonces que somos Uno.
Hace unas semanas, un ser allende la materia que centraba su actividad en una cascada (la de la fotografía) me hizo saber, hablándole a mi corazón, que todos los humanos que sin excepción que se acercaban a contemplar la belleza de la vertiente lo bastante cerca, eran bendecidos con las gotas de agua que el aire suave llevaba a sus rostros y cabellos. Cada gota se fundía en el ser humano que se aproximaba a la belleza del agua cayendo. Gotas de Amor para disolver el barro de las existéncias.

Si, hermanos, la naturaleza sana. ¿Y porque nos sana a nosotros que tan destructores somos de los espacios de la Gran Madre y de nuestros hermanos?
Nos sana porque la naturaleza, al igual que el cuerpo humano, se sana siempre a si misma. Si, la naturaleza nos sana para sanarse a sí misma. Porque Somos Naturaleza Una en una miríada de formas. La naturaleza sana la parte que necesita sanación de sí misma.
Hay una máxima del mundo espiritual y del universo en general que dice que para obtener hay que pedir, que para percibir hay que desearlo desde el corazón.
¿Lo Abrimos juntos?
Respira profundamente tres veces delante de cualquier ser natural (planta, animal, hongo, etc.), espacio, paisaje. Allí donde sientas la belleza. Cierra después los ojos y siente tu corazón, su espacio más allá del corazón físico y percibe qué cambia, que se mueve, que se siente.
Hermana, Hermano. Somos uno en el Corazón de la Madre Tierra. Gracias.
Gracias por tan bellas palabras! !!
Jo també ho sento així, la mare natura es un regal cada dia, a cada moment…
El tresor més gran és poder gaudir en la seva bellesa. És com la saviesa, incomensurable. Guaridora.
Absorta en el teu escrit… tant cert, tant sencill.
🌻🙏🌻 Gràcies. Ens inspires a obrir el cor a cada passa, que tanta falta en fa a tots.
Moltes gràcies Judit. Siiiii així es la Natura. Una abraçada
Me encantó el artículo. Yo tengo un libro que se llama “El encuentro de los dioses”, se trata de los dioses originarios protectores de la naturaleza, en uno de los capítulos habla la Pachamama.