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Comprender y Traducir. Los 4 Elementos – Curso de comunicación con la naturaleza VIII

La naturaleza, decíamos, nos habla, pero su lenguaje no es como uno de los idiomas humanos. Nos habla a través de signos, de símbolos que hay que saber comprender y traducir. Es un lenguaje  común a todos los pueblos de la Tierra. Es el lenguaje que precedió a todas las lenguas humanas y que sigue desde el inicio de los tiempos en el trasfondo de nuestras culturas. Es un lenguaje universal y analógico. Cada parte visible en la Tierra, cada animal, planta, hongo, cada forma, estructura y paisaje tiene una información para nuestra mente a un nivel no consciente, pero llena de significado profundo.

Contemplar es una forma directa de comprender, sin palabras, pero los humanos vivimos inmersos en idiomas, lenguajes simbólicos, palabras y signos y nuestro hemisferio izquierdo está entrenado en la lógica del lenguaje, en el significado de las palabras.

Habrá quién para conectar con la naturaleza prefiera la intuición, esa conexión directa, mientras otras personas necesitaran de una cierta explicación racional, una cierta coherencia formal.

De esta fusión de ambas formas de acercarse a una comprensión profunda del mundo, nace la analogía, que permite la profundidad de relacionar aspectos del mundo aparentemente diversos. Como cuando comparamos el sistema solar con su sol central y los planetas girando en órbitas a su alrededor con el modelo atómico de un núcleo central sobre el que orbitan los electrones. O el cerebro humano y la nuez del nogal. Se comparan formas, estructuras y sobretodo, sentidos.

Gracias a la analogía podemos deducir informaciones trascendentes de aspectos, en apariencia, intrascendentes. Nos ayuda a entender que la forma no está dictada por el azar, sino que es hija de la función y que la función  se expresa en diferentes planos de la creación.

Dos hemisferios, dos formas de ver al mundo y sobre todo, un cuerpo calloso que los integra.

Personalmente descubrí la analogía al intentar comprender como hizo el Dr. Bach para averiguar qué funciones tenían las esencias que elaboró. Cómo relacionaba la impaciencia con una planta, o el apego, o el miedo y porqué las esencias aportaban paciencia, desapego o valor, por ejemplo. Al final la mayoría de significados se podían leer en el libro abierto de la naturaleza, en las semillas propulsadas prematuramente, o los pigmentos de la flor extremadamente solubles o hasta en el color amarillo intenso de las flores.

Por “azares” de la vida sentí desde pequeño gran interés en leer algunos libros que mi hermano mayor tenía en su biblioteca personal. De entre ellos el Kybalion, y dentro del mismo el Principio de Correspondencia: “como es arriba, es abajo, como es abajo, es arriba” se instaló en mi mente y ya nunca la ha dejado.

Aquello que parecía infinito, invisible, inalcanzable, podía ser escrutado a través de su expresión material. Por lo tanto observando la materia, la naturaleza, podía inferir como serían aquellas regiones del universo inalcanzables (por lejanas, pequeñas o invisibles).

Con la analogía podía “observar el universo en un grano de arena”.

Una de las formas de conectar con la Tierra Una es comprender de qué está formada. Y no me refiero a sus componentes geológicos sino a los significados primigenios, a los 4 Elementos (5 si contáramos con el escurridizo éter).

La Tierra, el Agua, el Fuego, el Aire (nótese que están escritos en mayúscula) forman la totalidad de lo creado, también en nosotros, que estamos hechos de Tierra (huesos, dientes, cristales celulares, uñas, minerales,…), Agua (que circula abundante en nuestra sangre y fluidos corporales), Fuego (por la temperatura de nuestro cuerpo y la combustión de la digestión), Aire (que nos llena a cada respiración, llegando hasta el nivel más oculto de la célula). Pero los 4 Elementos van más allá de lo meramente físico y nos transportan a los planos emocionales o mentales: Tierra, para ser constantes, resistentes, sólidos; Agua, para fluir con los cambios que la vida no cesa de traernos; Fuego, para crear, generando hijos o creaciones mentales, para defender nuestras ideas y Aire, para expandirnos y llegar a todos los rincones.

Las expresiones de los 4 Elementos son amplias en nuestras vidas. A menudo vemos los elementos de los que tenemos exceso o defecto: esa persona quema etapas (Fuego), o siempre está en las nubes (Aire), que testarudo, nunca cambia de opinión (Tierra), es tan emocional (Agua). Conociendo el significado de los 4 elementos podemos ver si tenemos exceso o defecto de uno y tratar de equilibrarlo. A menudo el hecho que pasear por una naturaleza nos siente tan bien se debe a que nos aporta el elemento que nos falta y equilibra el que está expresándose en exceso.

En las próximas entregas iremos hablando de cada uno de los 4 Elementos, que significan, como los detectamos en nosotros y como los podemos equilibrar en nuestras vidas.

Al igual que una semilla que germina necesitamos los 4 elementos en armonía. Una semilla requiere, para germinar, de la tierra, pero una tierra que esté húmeda, y al mismo tiempo aireada para evitar pudrirse y con el calor necesario para activar su fuerza vital. Buscaremos los 4 elementos para germinar a esta nueva vida de conexión con  la Naturaleza. Un abrazoP1050996

3 comentarios en «Comprender y Traducir. Los 4 Elementos – Curso de comunicación con la naturaleza VIII»

  1. Que hermoso, Jordi! Es así, tal cual lo dices, pero tus palabras son más profundas y poéticas y convierten “lo sabido” en un hermoso descubrimiento o, en realidad, en la comprensión real, profunda y verdadera.

    Un abrazo
    Sol

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  2. Abrazo jordi, desde Chile. Gracias por ** ser y estar**, por tus enseñanzas.
    Ahora se hace más presente el agua, maravillosa lluvia que nos está * regando* y sanando **, después de tanto fuego, calor y se quia.
    Gracias.

    Responder

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